En los últimos años se ha podido reconocer la relevancia del fragmento para una de las esculturas más emblemáticas de la antigüedad romana, el coloso de bronce de Constantino, del que los Museos Capitolinos conservan la cabeza, la mano izquierda, con huecos en los dedos índice y corazón, el anular y la palma, y una esfera que en su día sostenía la mano. La confirmación del excepcional descubrimiento llegó en mayo de 2018 gracias a una prueba realizada en Roma con un modelo 3D del fragmento parisino, una operación coordinada por Françoise Gaultier y Claudio Parisi Presicce. Al éxito de la operación siguió la realización de un molde de fibra de vidrio de la porción recompuesta del dedo y la presentación de la mano original, completada con las falanges que faltaban, con motivo de las dos grandes exposiciones dedicadas a la colección Campana: Un rêve d'Italie. La colección del marqués Campana, en el Museo del Louvre, y Un sueño de Italia. Colección del Marqués de Campana, en el Hermitage de San Petersburgo.
La primera descripción de los fragmentos del coloso de bronce de Constantino se remonta a mediados del siglo XII, cuando todavía estaban en Letrán. La majestuosidad de los restos, en los que durante mucho tiempo se quiso reconocer el Coloso del Sol que en su día se erigió junto al Anfiteatro Flavio, llamado Coliseo por asimilación con éste, y la preciosidad del material se mencionan en numerosas crónicas y descripciones medievales y del siglo XV. La mano con el globo terráqueo (intacto) y la cabeza, cada una colocada sobre un capitel, son reconocibles en un dibujo atribuido a Feliciano Felice de 1465, en el que la estatua ecuestre de Marco Aurelio se encuentra en el centro, también en Letrán hasta 1538. Cuando se trasladó al Campidoglio en 1471, la cabeza colosal se colocó bajo los pórticos del Palazzo dei Conservatori. La última prueba de la integridad de la mano está documentada en fuentes que datan de finales de la década de 1430. Unas pruebas gráficas, ligeramente posteriores, muestran la mano colosal separada de la esfera y con el dedo índice al que ya le faltan las dos falanges superiores. Por lo tanto, el fragmento que ahora se encuentra en el Louvre puede haber entrado en el mercado de antigüedades romanas en esta etapa tan temprana.
No se sabe nada del fragmento hasta que reapareció en la primera mitad del siglo XIX en la colección del marqués Campana. Nuevas investigaciones podrán aclarar la historia del fragmento durante este largo periodo de tiempo.
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